La vejez de los hombres
- José Augusto Acevedo

- 20 ago
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 21 ago
Los hombres que se ponen viejos, como yo,
prefieren sentarse junto a sus perros,
a escuchar sus ladridos mansos.
Los hombres que se ponen viejos, como yo,
se miran en los espejos a esperar
el paso lento de las arrugas y su espanto.
Los hombres que se ponen viejos, como yo,
conversan con la sombra de sus sueños,
y en el café de siempre, se huelen un desvelo.
Los hombres que se ponen viejos, como yo,
sueltan al campo sus pecados,
y en la tarde salen a guardarlos.
Los hombres que se ponen viejos, como yo,
pasan el día olvidando...
Por eso yo duermo tarde, cansado,
muriéndome feliz en tu abrazo.




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